Ser delegada de Desarrollo Económico y Turismo en la Diputación Provincial de Córdoba, con Francisco Pulido de presidente, le ha permitido a Ana María Romero vivir muy de cerca los asuntos relacionados con la agricultura y ganadería, porque ese área de gestión que llevaba tocaba muy de cerca el mundo agrario, al ser la principal base económica de la provincia.
A partir de ahí su carrera política se podría decir que ha ido muy directamente de la mano del sector agrario como presidenta de la Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO) cuando fue alcaldesa de Montoro, durante siete años, antes de ser parlamentaria de Andalucía, donde de forma natural pasó a ser portavoz en la Comisión de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural, vocal del Grupo de trabajo sobre medidas urgentes para combatir la sequía en Andalucía o vocal en la Comisión de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul.
De modo que no resulta para nada extraño que ahora mismo ostente la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca del PSOE, lo que le aporta una experiencia vital de peso para hablar de uno de los principales pilares en los que se basa la UE: La agricultura. Muy ligada, por cierto, al medio ambiente, como se refleja en esta entrevista.
¿Tenía la intuición de que iban a plantear su nombre para la lista del Parlamento Europeo? ¿Cuándo se lo comunicaron y qué sintió?
Me sentí sorprendida y profundamente agradecida, y en estos momentos estoy ilusionada y emocionada.
¿Cree que su experiencia en el ámbito agrario en la Diputación Provincial de Córdoba y al frente de la Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO) tuvo que ver en su elección?
Estoy convencida que así ha sido. Ten en cuenta que el PSOE reconoce que la agricultura es un sector estratégico para la Unión Europea, pero es, a la vez, un sector muy vulnerable y con escasa capacidad de reacción ante coyunturas adversas. Así que concurrimos a estas elecciones europeas, como siempre, con el firme compromiso en la defensa de nuestros agricultores y agricultoras y ganaderos y ganaderas, y con el firme propósito de apoyarlos eficazmente, especialmente en el caso de las explotaciones familiares.
¿Qué cree que aporta su persona a la lista del PSOE al Parlamento Europeo?
Creo que, sobre todo, voy a aportar cercanía. Como sabes, he sido alcaldesa de Montoro, y eso me da la visión de la realidad en los pueblos de España, especialmente de los pueblos y regiones de Andalucía y las necesidades que hay a pie de calle. Además, mi experiencia en el sector agrícola va a ser definitivamente esencial, ya que la agricultura es un gran pilar de la Unión Europea y ahora mismo se encuentra en un punto de inflexión. Ahí es donde creo que podré aportar el punto de vista del sector español.
¿Por qué cree que al español medio no le importan tanto estas elecciones?
Lo que es Europa generalmente se entiende como algo lejano, y eso afecta a la participación en las elecciones europeas. Pero esta claro que la realidad es muy distinta. Europa somos todos y todas y nos afecta muy directamente en nuestro día a día. De hecho, creo que a lo largo de esta legislatura se ha visto la importancia de la Unión Europea, especialmente con la pandemia y la inflación por la guerra en Ucrania.
Las instituciones han trabajado conjuntamente para afrontar la situación y eso nos ha repercutido con vacunas o con los Fondos de Recuperación. También hay que destacar que en estas elecciones nos jugamos el proyecto europeo, ya que si las fuerzas de extrema derecha suman, los valores europeos estarán muy en entredicho. Así que tenemos que defender la democracia europea, y eso, entre otras cosas, se consigue yendo a votar el 9 de junio al PSOE.
Evidentemente, el resultado no es indicativo con lo que pueda pasar luego en otras elecciones, como unas generales, autonómicas o locales, pero ¿por qué se está vendiendo y analizando como si lo fuera?
Eso habría que preguntárselo a quienes lo hacen. Los y las socialistas, en todos nuestros actos de campaña, en los debates y en las entrevistas nos limitamos a hablar de Europa y de lo muchísimo que nos afectan las políticas que se deciden en Bruselas y del peligro real que existe de una alianza de la derecha con la ultraderecha en la UE, porque somos muy conscientes de ello.
Son otros los que se empeñan en traer a los debates cuestiones de política nacional. El PP tiene la frustración de no haber conseguido gobernar tras las elecciones generales y pretende que todas las citas con las urnas se conviertan en una segunda vuelta. Ellos mismos lo dicen y lo reconocen. Pero nosotros y nosotras tenemos muy claro que una cosa es Europa y otra el Gobierno de la nación, y para las europeas hay que saber diferenciarlas y separarlas.
Lo que está claro es que la derecha y la ultraderecha es mayoritaria en el Parlamento Europeo. ¿Tienen opciones de frenar ese avance o incluso de ganarles terreno? ¿Por qué lo piensa?
No. La suma de derecha y ultraderecha no es mayoritaria en el Parlamento Europeo y, además, nunca lo ha sido. Pero sí que existe la amenaza de que consigan serlo tras las elecciones del 9 de junio. Fíjate en que el Partido Popular, además, ya ha dicho que quiere pactar con ellos.
Pues eso sería gravísimo. Supondría un cambio radical en el proyecto europeo. Por eso insistimos en que hay que ir a votar al PSOE para frenar a una ultraderecha antieuropeísta, que quiere destruir ese espacio de bienestar, democracia y libertad que hemos construido entre todos, porque ellos no creen en él y buscan dinamitarlo desde dentro.
¿Qué piensa de ese extraño enfrentamiento que hay entre medio ambiente y agricultura?
Pienso de primeras que es un error plantearlo como un 'enfrentamiento'. El mayor problema al que se enfrentan los agricultores está claro que es el cambio climático, es la sequía, es la pérdida de producción, la pérdida de la calidad del suelo y del agua. Así que la sostenibilidad no es una pretensión política o una cuestión ideológica, es una necesidad productiva y del conjunto de la sociedad.
Para que quede claro: Sin sostenibilidad no habrá futuro para la producción agroalimentaria, por lo que es necesario definir estrategias para avanzar en ella. Por eso necesitamos una agenda ambiental y climática que responda de forma clara a los problemas que vive el sector. Eso sí, debemos hacerlo de la mano de agricultores y ganaderos.
Todos los objetivos tienen que ser claramente establecidos con fases y un cronograma que lo hagan posible, desde la rentabilidad del sector agrario. Además, con la última revisión de la Política Agrícola Común, la PAC, aprobada de urgencia en el pleno del pasado mes de abril en el Parlamento Europeo, reduce la carga administrativa y da más flexibilidad a los agricultores para las prácticas medioambientales.
¿Qué fórmula cree usted que hay para reconciliar ambas posturas?
Es que insisto en que no podemos hablar de enfrentamiento. Las políticas climáticas y las políticas agrícolas son aliadas naturales, y así deben verse. Necesitamos más reflexión y menos populismo. Una producción sostenible no es incompatible con la rentabilidad de las explotaciones agrarias. Por ello la importancia del proceso de un diálogo abierto con el sector agrario. La agricultura es clave para España y para Europa, y en el caso de nuestro país los hechos y las cifras hablan por sí solas.
El Gobierno de Pedro Sánchez ha sido el que más recursos ha dedicado a la agricultura y más atención ha prestado al sector. Y eso se demuestra con hechos y no con palabras: En 2021 el Ejecutivo central consiguió incrementar la dotación para la PAC en hasta 47.000 millones de euros. Por tanto, es evidente que el debate creado por la derecha para enfrentar agricultura y medioambiente es falso y solo busca rédito político.
Fruto de este compromiso, el ministro, nuestro compañero y paisano Luis Planas, ha recordado el esfuerzo presupuestario sin precedentes realizado por el Gobierno de España en los dos últimos años, para ayudar por la sequía y por las consecuencias de la Guerra en Ucrania, en los que ha arbitrado medidas de apoyo por un valor superior a los 4.000 millones de euros, y de esa cantidad global casi 1.400 se corresponden con ayudas directas que han beneficiado a unos 400.000 agricultores y ganaderos. Eso son hechos.
Cambio climático. Hay demasiada gente aún que sigue sin creérselo y señala que es una falacia propia de progres. ¿Qué se puede hacer para quitarles la venda de los ojos?
Les diría simplemente que miren el termómetro, que miren los embalses, la sequía, las inundaciones... Quien no lo ve es porque no lo quiere ver, porque el cambio climático está aquí y es una evidencia clara. A esa gente les diría también que lean un poquito lo que dicen los científicos, que no paran de insistir en que hay que detener el cambio climático de manera urgente y nos están avisando de que a día de hoy ya hay consecuencias irreversibles. Es que yo no sé qué más necesitan los negacionistas para dejar de seguir negando la realidad.
Ese cambio climático trae consigo una terrible verdad: El agua es cada vez más un bien escaso. Ya lo era, pero ahora más si cabe. ¿Se va a aplicar una normativa a nivel comunitario al respecto, ya sea para salvaguardarla, para aprovecharla mejor o para poder almacenarla de otro modo más práctico?
En ese punto, precisamente, los y las socialistas tenemos una reivindicación histórica, que es una normativa europea sobre el suelo. Su objetivo es que tengamos suelos sanos, que puedan hacer frente al cambio climático y conseguir un almacenaje y filtrado de agua óptimos.
Por tanto, defenderemos que esta nueva norma se haga realidad en el próximo mandato europeo. Además, seguiremos impulsando la digitalización de la gestión de las explotaciones para mejorar su eficiencia y sostenibilidad medioambiental, y, por supuesto, seguiremos apostando por la modernización de los regadíos para un uso más eficiente del agua.
Muy relacionado con lo anterior, nuestra intención es impulsar una Ley de Adaptación al Cambio Climático. Y esta normativa debe ser una realidad a nivel europeo, porque somos el continente que ha experimentado un mayor aumento de las temperaturas en el mundo. Por eso, nos exponemos a nuevos riesgos climáticos que ponen en peligro nuestra seguridad hídrica, la energética y alimentaria, los ecosistemas, las infraestructuras, la estabilidad financiera o la salud pública.
Por tanto, el establecimiento de una Ley Europea de Adaptación, que sirva para anticipar y minimizar los daños y que aproveche al máximo las oportunidades que las medidas de resiliencia climática pueden traer, es el único modo en el que podemos garantizar una sociedad más sostenible y justa en Europa y si me apuras, en el mundo. En esta ley nos aseguraremos de que se recojan medidas para la protección de la población y las infraestructuras que aseguren la seguridad hídrica y, evidentemente, la alimentaria.
